lunes, 14 de abril de 2014

Los molinos de viento del futuro flotarán en las alturas

La energía eólica es, junto con la solar, una de las fuentes renovables más utilizadas del mundo. A su abundancia y relativamente sencilla colecta (llevamos siglos haciendo girar las aspas de los molinos, de forma más o menos sofisticada) se contraponen dos inconvenientes que le restan cierto empuje a esta forma de energía.
Por un lado, se trata de una fuente inconstante, intermitente e imprevisible. No es posible estar completamente seguro de cuándo y cuánto soplará el viento. Los parques eólicos se planifican buscando aquellos puntos donde los vientos son más habituales, como son las zonas costeras con acantilados, por ejemplo, pero los picos en la colecta de energía siguen sucediéndose, lo que obliga a desarrollar modos más eficaces de almacenamiento, para aprovechar los excesos y utilizarlos en los momentos de escasez.
Por otro, los parques eólicos son grandes infraestructuras cuya instalación no es fácil en lugares remotos y de difícil acceso. Lugares muchos en los que sopla el viento con fuerza, pero cuyos habitantes no pueden aprovechar ese recurso.
Hay suficiente energía en el viento de las grandes alturas como para dar energía a toda la civilización cien vecesPara solucionar ambos problemas, muchos apuestan por llevar los molinos mar adentro, donde el viento es más constante y no entorpecen el paisaje. Claro que entonces los costes de instalación se multiplican. Pero ahora, una empresa fundada por Ben Glass y Adam Rein, antiguos estudiantes del MIT, propone una idea distinta, sorprendente por su simplicidad y osadía: molinos flotantes.
Aprovechar los vientos altos
“Hay suficiente energía en el viento de las grandes alturas como para dar energía a toda la civilización cien veces”, aseguraba Ken Cadeira, de la Universidad de Stanford, en las conclusiones de un estudio que llevó a cabo analizando el sector de la energía eólica en Estados Unidos.
Altaeros Energies quiere aprovechar esos vientos de las alturas. Su producto, bautizado como Bouyant Airborne Turbine o BAT, está pensado para ello: se trata de una turbina de tres aspas en la que la cobertura es hinchable. Del mismo modo que un dirigible, esa cobertura o concha, como la llaman, se infla con helio para mantener el dispositivo en el aire, cazando esos vientos más altos y recogiendo toda su energía. Parece una propuesta extravagante, pero según los expertos es una idea sólida que puede dar una solución sencilla a un problema importante.
“Lo que intentamos es, en vez de fijarnos los sitios donde el sol o el viento son fuertes, llevar energía renovable y barata a cualquier lugar del mundo, especialmente allí donde la gente tiene problemas para conseguir una fuente de energía fiable”, explica Adam Ryan, cofundador de Altaeros Energy.
El peculiar globo está unido al suelo por tres cables que lo anclan a la estación de tierra donde se procesa la energía recogida por el aerogenerador y desde la que se controla el dispositivo. Todo ello está dentro de un contenedor industrial que es fácilmente transportable por un camión, por lo que todo el sistema se puede trasladar de un sitio a otro sin necesidad de infraestructura adicional.
Turbinas más pequeñas pero eficaces
BAT puede flotar a hasta 600 metros sobre el suelo, donde genera según sus creadores hasta el doble de electricidad que turbinas similares montadas sobre torres tradicionales. Es cierto que su tamaño es menor, pero a esa altura los vientos son más fuertes y constantes, por lo que su potencial es enorme. 
BAT puede flotar a hasta 600 metros sobre el suelo, donde genera según sus creadores hasta el doble de electricidad que turbinas similares montadas sobre torres tradicionales. Es cierto que su tamaño es menor, pero a esa altura los vientos son más fuertes y constantes, por lo que su potencial es enormeLa startup lleva meses perfeccionando el diseño de estas turbinas voladoras, de forma que sean lo más simples y eficaces posible. La forma de la carcasa hinchable favorece la entrada del aire directo a la turbina, y la lona con la que está confeccionada cuenta con sensores de presión para detectar posibles fugas. Está equipada con sistemas de iluminación y de señales para que sea distinguible por las noches, aunque su altura no supondría en principio un problema para la aviación comercial.
En caso de avería, o de inclemencias meteorológicas que puedan poner en peligro el equipo, el sistema de anclaje se repliega, bajando la turbina a nivel del suelo y sujetando todo el dispositivo, a la espera de que las condiciones vuelvan a ser óptimas para elevar este molino flotante y comenzar a operar de nuevo.
Barata, sencilla y móvil
Sus utilidades no terminan ahí: se le pueden incorporar otro tipo de equipamientos, como sensores meteorológicos, emisores de red o equipos de telecomunicaciones de forma que provean de servicios añadidos a las regiones sobre las que flotan. Igual que Google y sus globos aerostáticos con internet, BAT puede llevar la conectividad a regiones remotas y desconectadas, a la vez que proporciona una fuente de energía barata y fiable.
Sus creadores aseguran que las aplicaciones para BAT son muchas, empezando por llevar electricidad a comunidades rurales, donde no resulta rentable instalar un parque eólico, pasando por empresas constructoras que puedan necesitar transportar sus fuentes de energía de unos lugares a otros dependiendo de los proyectos que tengan en marcha. Incluso podría servir para proveer de electricidad tras un desastre natural en el que las infraestructuras hayan quedado dañadas gracias a su movilidad, facilidad de transporte y precio asequible.
Pero además puede llevar energía a lugares con geografía de difícil acceso, como las zonas polares. De hecho, será en Alaska donde se ponga a prueba por primera vez este invento sobre el terreno. Según informa The New York Times, se espera que proporcione energía suficiente para una docena de hogares, por un precio mucho menor que el que se paga habitualmente en ese estado: 18 centavos el kilovatio/hora frente a los 35 que se paga en las zonas más remotas. 


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